Solamente quien ha vivido una crisis de ansiedad sabe lo que se siente. Sensación de ahogo, presión en el pecho o la boca del estómago, mareo, miedo a que nos esté dando un ataque al corazón, a volvernos locos… Todo aparece de la nada y es difícil de controlar. Es una experiencia realmente desagradable que se vive con desesperación y miedo. No en vano, se le denomina también ataque de pánico.
En este artículo encontrarás varios conceptos que te permitirán comprender mejor la ansiedad y te serán de ayuda ante una crisis de angustia.
El origen de la ansiedad
Técnicamente la ansiedad es un síntoma (más o menos físico) que aparece como reacción a una emoción: la angustia. Esta se puede presentar en diferentes grados y por lo tanto provocar varios niveles de ansiedad.
Todos hemos experimentado situaciones más o menos angustiantes pero no todos sufrimos de ansiedad o llegamos a tener un ataque de pánico. Una madre de 40 años que teme perder su empleo ya que acaban de despedir a una compañera, un niño que se asusta cuando un perro más grande que él viene corriendo para jugar, una persona a la que le acaba de dejar su pareja, presenciar un robo, etc. Todas estas situaciones tienen un componente de angustia y a la mayoría nos harían sentir preocupados, incluso con miedo.
No obstante, cuando no podemos aceptar y encontrar una solución emocional a esas realidades se activan los mecanismos de alerta. Aunque no haya razones tangibles y objetivas para ello, la situación nos parece irremediable y por lo tanto vivimos con miedo y angustia ante ese futuro funesto. Nuestro sistema nervioso no distingue lo real de lo subjetivo y reacciona a esa situación emocional manteniéndose en constante estado de alerta, hecho que acaba desencadenando el trastorno de ansiedad. Eventualmente puede ser que alguna situación actúe como la gota que colma el vaso de la angustia y, es entonces, cuando se desencadenara una crisis.
Entender los ataques de pánico
Los siguientes puntos te ayudarán a comprender los episodios ansiosos y por tanto a reducir su violencia e impacto emocional:
- Se te va a pasar. Son un episodio momentáneo que suele durar de 5 minutos a media hora. Después de eso recuperamos la calma, nuestro cuerpo se estabiliza y poco a poco volvemos a la normalidad.
- Las sensaciones físicas no tienen por que tener relación con problemas reales. Por ejemplo, aunque te resulte dificilísimo respirar, tus pulmones están bien. Esa sensación es en respuesta a la bioquímica de la propia crisis.
- Aunque parezca real no te lo creas: no te estás volviendo loc@ ni te vas a morir. Ignora ese pensamiento o sensación si aparece.
- Durante la crisis evita entrar en una espiral de pensamientos recurrentes, es mejor intentar relajarse, respirar hondo, darse una ducha fresca, tomar alguna infusión con propiedades relajantes y, si dispones de ellas, tomar Flores de Bach. Unas gotas de Rescate y Sweet Chestnut son es un aliado excelente para estos casos.
¿Qué hacer ante una crisis de ansiedad?
Lo primero recuerda los puntos anteriores. Te liberarán de parte de la angustia y la crisis será mas llevadera.
La respiración
Respirar pausada y profundamente llenando pecho y abdomen ayuda a relajarnos. Puedes tomar aire en 4-5 segundos, retenerlo durante 2 y soltarlo en 4-5 segundos más. Además centrándote en la respiración te distraerás y no te dejarás llevar por las sensaciones desagradables.
Si hiperventilas respira dentro de una bolsa de papel intentando reducir la rapidez e intensidad hasta que puedas hacerlo como hemos descrito en el párrafo anterior.
Intenta distraerte
Piensa en cualquier otra cosa, tararea una canción que te guste, haz alguna actividad sencilla como doblar la ropa y si estás acompañad@ prueba a mantener una conversación de cualquier otro tema.
La relajación progresiva
Se trata de contraer y relajar los músculos del cuerpo por zonas lo más pequeñas posibles. Pon atención en la diferencia entre el estado de contracción y el de relajación, intentando focalizarte en este último. Te recomendamos escuchar este audio y seguirlo para tener una guía en el proceso de relajación.
Este ejercicio te ayudará a relajarte y a la vez dejarás de estar pendiente de la crisis. Es recomendable que te familiarices con él practicándolo diariamente, sobre todo si tienes tendencia a tener episodios ansiosos o estás pasando por una situación de estrés o angustiosa.
Detectar y entender los detonantes de la ansiedad y las crisis
El siguiente ejercicio es muy sencillo y útil en caso de tener ataques recurrentes. Te ayudará a darte cuenta de aquellas situaciones, pensamientos o emociones que te suelen provocar un ataque de ansiedad. Es especialmente útil si sufres ataques de forma más o menos frecuente
Se trata de hacer una tabla que rellenarás cada vez que tengas una situación ansiosa o una crisis aguda. Hay que realizarlo una vez haya pasado el episodio pero lo antes posible, para evitar que se olviden las sensaciones, pensamientos, etc.
La idea es poder analizar a posteriori la situación y encontrar puntos en común entre los diferentes episodios. De esa forma puedes prevenirlos o evitarlos. Además, te permite verlo en perspectiva y quizás darte cuenta si estás haciendo alguna proyección, cual es el detonante o qué es lo que te está preocupando y generando el estado de ansiedad, etc.
Las ideas y herramientas que hemos expuesto te van a ayudar a detectar los motivos y entender como funciona la ansiedad en tu caso. Y, tal y como decíamos en el título, entender el proceso es imprescindible para gestionarlo.
Queremos hacerte saber que no estás sol@, que te entendemos y que queremos acompañarte y ser parte de la solución. Por eso, en próximos artículos seguiremos ofreciéndote herramientas y terapias (algunas de las cuales podrás aplicarl tu mism@) como las Flores de Bach, la Liberación Somato-emocional o el Reiki, entre otras técnicas.
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