¿Alguna vez has sentido dolor o molestias a causa de una lesión varios meses o años después de que esta se curase? ¿Tienes algún síntoma sin causa o diagnóstico claro? ¿Sufres alguna limitación o malestar recurrente que apareció después de una vivencia traumática? Estas situaciones son más habituales de lo que parece y pueden indicar la necesidad de liberar bloqueos energéticos, emocionales o físicos alojados en el cuerpo.
Si no has obtenido resultados satisfactorios con los métodos naturales o convencionales que has probado hasta ahora, este artículo te interesa. La Liberación SomatoEmocional es un recurso poco conocido pero, en algunos casos, el mejor vehículo para detectar y resolver el problema definitivamente.
El descubrimiento
La Liberación SomatoEmocional (LSE) se basa en la investigación llevada a cabo durante los años 70 por el Dr. John E. Upledger (médico y osteópata) y el biofísico Zvi Karni. Los estudios clínicos que realizaron llevaron al descubrimiento de que el cuerpo humano ante un trauma físico retiene la huella emocional del mismo. Esto ocurre especialmente cuando ese trauma (sea por un accidente, golpe, infección, quemadura, etc.) está asociado a una experiencia emocionalmente intensa. En la mayoría de casos esas impresiones emocionales quedan depositadas en el cuerpo, creando áreas llamadas «quistes energéticos«.
El quiste energético y su relación con los síntomas
En estos espacios de «emoción encapsulada», la energía externa que entra en el tejido en el momento del trauma crea zonas de entropía (desorganización física, bioquímica, celular, etc.). Esto obstruye la conducción normal de las pequeñas corrientes eléctricas que discurren por el tejido afectado entre cada célula y su vecina. El organismo, en ocasiones incapaz de disipar esa energía nociva de nuevo al exterior, intenta minimizar sus efectos comprimiéndola en el menor espacio posible, dando lugar al quiste energético.
De forma natural el cuerpo va asumiendo los diferentes quistes energéticos sin generar una manifestación aparente. Sin embargo, a medida que vivimos y acumulamos lesiones, enfermedades, conflictos, etc., puede llegar a un punto de inflexión en el que pierda la capacidad para adaptarse a los quistes de energía. Es en ese momento en el que aparecen los síntomas, dolencias y disfunciones que describíamos al principio, los cuales resulta difícil aliviar o resolver.
¿Cómo se desarrolla el proceso de Liberación SomatoEmocional?
Durante una sesión de Terapia Craneosacral, si el cuerpo está preparado, puede experimentar un proceso de Liberación SomatoEmocional espontánea para deshacerse de un quiste energético. Como terapeutas, nuestro papel es facilitar el proceso en un entorno relajado, controlado y seguro para que la persona pueda contactar con esos recuerdos y emociones bloqueados. A veces esto es lo único que se necesita para permitir que estos se liberen.
En otras ocasiones la Liberación es inducida. Mediante un tacto suave, el/la profesional envía un estímulo al cuerpo y «escucha» las reacciones sutiles de este como indicativo para conducir el proceso. Durante el mismo, paciente y terapeuta colaboran en un diálogo guiado y orientado por el cuerpo para ayudar a disolver el quiste energético. De esta forma las emociones retenidas en los tejidos pueden ser liberadas sin que sea imprescindible que la persona necesite analizarlas.
En algunos casos, el cuerpo puede retornar de forma espontánea y natural, o bien facilitada por el/la terapeuta, a la posición original en la que se recibió el impacto o creo la lesión, lo que permite a la energía atrapada escapar a través del mismo “camino” por el que entró. Cuando esto ocurre, como en los anteriores casos, los tejidos suelen relajarse y ablandarse a medida que la energía del quiste es expulsada.
Experiencias durante la sesión
Para cada persona, la experiencia y las sensaciones durante el tratamiento son diferentes. Algunas de las más comunes son:
• Recuerdos espontáneos del la situación o del trauma físico/emocional que llevó al bloqueo energético.
• Agudización momentánea, inocua y controlada de los síntomas.
• Aparición de emociones como miedo, tristeza, enfado, frustración o culpa. También risa, ternura, amor, alguna lágrima…
• Comprensión y/o reconciliación con los hechos, personas y situaciones vinculadas al conflicto o trauma
• Tras la sesión, sensación de alivio, ligereza, descanso, alegría, etc.
Sea cual sea la respuesta, incluso cuando parece no haberla, el profesional puede detectar mediante el MRP (Movimiento Respiratorio Primario) si hay algo que se ha puesto en marcha aunque en esa ocasión aún no se haya resuelto el problema definitivamente. Son Liberaciones de aproximación que «ablandan» con suavidad el conflicto cuando la persona no esta lista o no puede afrontarlo directamente.
El desarrollo de la terapia nunca se fuerza y en todo momento, como terapeutas, estamos ahí para facilitar y guiar el avance hacia la resolución.
Esta publicación es una adaptación y traducción del texto en inglés Patient Education Article about SER del Upledger Institute International.